El pasado 6 de agosto, los melómanos de todo el mundo conmemoraron los 126 años del natalicio del intérprete y compositor cubano Ernesto Lecuona. El pasado 29 de noviembre se cumplieron 58 años de su muerte, acaecida en Santa Cruz de Tenerife, Canarias.
Hijo del periodista Ernesto Lecuona Ramos, que era originario de las Islas Canarias y se había radicado en Cuba, por entonces provincia de La Corona de España, comenzó a estudiar piano bajo la tutela de su hermana Ernestina. Fue un niño prodigio. Dio su primer recital a los 5 años, y, a los 13, realizó su primera composición, la marcha Two step titulada Cuba y América para banda de concierto.
Estudió en el Peyrellade Conservatoire con Antonio Saavedra y el famoso Joaquín Nin. Se graduó en el Conservatorio Nacional de La Habana con una medalla de oro en interpretación cuando tenía 16 años. Fuera de Cuba, empezó su carrera en el Aeolian Hall (Nueva York) y continuó sus estudios en Francia con Maurice Ravel. Introdujo la primera orquesta iberoamericana en los Estados Unidos: los Lecuona Cuban Boys.
Entre sus obras destacan las zarzuelas: Canto Siboney, que surge integrado en su obra La tierra de Venus; Damisela Encantadora, que está integrada en la zarzuela Lola Cruz, Diablos y Fantasías, El Amor del Guarachero, El Batey (1929), El Cafetal, El Calesero, El Maizal, La Flor del Sitio, Tierra de Venus (1927), María la O (1930) y Rosa la China (1932); las canciones Canto Carabalí, La Comparsa y Malagueña (1933), perteneciente a su suite Andalucía; sus obras para danza, Danza de los Ñáñigos y Danza Lucumí; la ópera El Sombrero de Yarey (cuyo paradero se desconoce), la Rapsodia Negra para piano y orquesta, así como su Suite Española. Dio forma clásicamente definida a la zarzuela cubana en cuanto a género y estilo se refiere, que por sus logros dramáticos y musicales resulta muy próxima a la ópera.